Por July De Sosa
Ministerio Cristo Como Pastor (CCPAS)
La conducta emocional puede llevarnos a decir y proponer cosas que en la práctica no somos capaces de cumplir, de cara a esto se vuelve necesario hacer una pausa antes de tomar una decisión o comprometer nuestra palabra impulsados por el emocionalismo, ya que corremos el riesgo de que tales emociones se tornen en decisiones equivocadas carentes de prudencia.
El evangelio de Mateo en el capítulo 26, da una clara vista de lo que es comprometer nuestra palabra por emoción “Aunque todos te abandonen yo jamás lo haré” dijo Pedro emocionado. Te aseguro le contestó Jesús que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me negarás tres veces. Aunque tenga que morir contigo afirmo Pedro, jamás te negaré. Contagiando a los demás discípulos con su emocionalismo del momento todos dijeron lo mismo. Le invito a que lea los versos del 69 al 75, del mismo capítulo 26, para que vea la incapacidad de Pedro para cumplir aquella palabra que comprometió por emocionalismo.
Ciertamente en nuestra naturaleza a menudo fluctuamos en conductas y decisiones, que nos llevan a llorar amargamente como lo hizo Pedro cuando recordó las palabras de su maestro “antes de que cante el gallo me negaras tres veces” No puedo imaginar lo que pesaron aquellas palabras en la mente de aquel pobre discípulo, que camino, comió y, durmió al lado de Jesús. Eso me hace saber lo que conviene practicar el dominio propio a nuestras emociones, ya que nuestras decisiones tienen conexión con nuestro estado de ánimo, que al darle rienda suelta seguramente nos llevará a perder el rumbo, como cita el proverbio “La necedad del hombre le hace perder el rumbo, y para colmo se irrita contra el Señor” (Proverbio 19:3NVI) perder el rumbo es exactamente lo que sucede cuando tomamos una decisión ignorando la prudencia. Muchos son los que persuadidos por sus emociones han tomado decisiones descabelladas, como abandonar a su pareja de juventud, por un amorío casual, cambiar su estabilidad laboral por una oferta engañosa de negocio, o aquellos que emprenden el camino espinado del sueño americano. Y tal como dice el proverbio, luego arremeten contra Dios en resentimiento.
Así, de contradictorios somos los humanos. No saber esperar la confirmación en todo asunto importante, decidir por enojo o venganza, negarnos a tomar responsabilidad en los riesgos, o simplemente actuar satisfaciendo nuestro deseo, son algunas de las causas que nos llevan a practicar esa conducta. Caminar de la mano con Dios y dejar que Él guie nuestros pasos, requiere que nosotros practiquemos la paciencia y pongamos todos nuestros asuntos en sus manos, saber esperar el tiempo propicio es un concepto bíblico, que conviene para no comprometer nuestra palabra y tomar decisiones por emocionalismo, la Biblia exhorta con insistencia a que tengamos paciencia y confiemos en la dirección del Señor, se nos afirma que las cosas son buenas si esperamos el tiempo correcto. Así lo declara la sabiduría de Eclesiastés 3:11 NVI
Dios hizo todo hermoso en su momento…